La balada del Café sin Toalla por Eugenio el primigenio

Saludos buscadores.

Antes que nada he de advertiros que los extraños sucesos que que os voy a relatar en ésta historia de la playa de salamanca, dan un giro de trescientas sesenta gradas, ni una más ni una menos, ya que las entradas de palco estaba agotadas.  Cómo pudísteis leer en mi entrada anterior, el Hombre sin Toalla había sido raptado por unos tipos disfrazados de Pokemons, y el misterioso inversor del señor Jamón era el Dinosaurio Hombre, bajo su identidad de Terry Kantalupo. Multimillonario afincado en las Islas Cañamán. Algo me holía muy raro, y supuse que podría haber una conexión entre el secuestro del Hombre Sin Toalla, y el Dinosaurio Hombre. Por lo tanto fuí a hacerle una visita, de incógnito por supuesto. 
Para ello adopté la identidad de Ermengardo Ruiperez, magnate multimillonario propietario de la Pienaple Fruit Company, el cual me la prestó encantado, ya que me debía un par de favores.  Así que con la escusa de acudir a un happening en el yate de hipermegalujo que el Dinosaurio Hombre tenía fondeado en la bahía de  La Caña, entre las islas de Cañamán y Cañamenos. 
Tal y como yo esperaba el Dinosaurio Hombre había organizado el happening con el peor gusto posible, ya que pese a que había gogos en topless, camareras en bikini, y espectáculos de música por doquier, el hecho de que fuera una fiesta temática de la serie Pockemon, hacía que  aquello pareciera un salón del manga muy pijo. 
Intenté internarme en el ambiente, habilmente camuflado en mi disfraz de bulbasur. Pero por desgracia no podía concentrarme porque por los altavoces sonaba una balada, que había escuchado hacía mucho tiempo. La balada del "Café sin Toalla", cantada por Eugenio el Primigenio. Aquello por supuesto, era una provocación ya que el Dinosaurio Hombre es capaz de captar mi presencia aunque no pueda reconocrme, y traté de no hacer caso. Anque me costó lo suyo. Aquí os dejo la transcripción de la balada del Café sin toalla. 

Si alguna vez te has sentido
cansado y decaido,
porqué tu rumbo has perdido
y te sientes afligifo...

Hay un remedio, mi amigo,
que con gusto yo te digo.
Que te hará salir despedido,
y sentirte revivido. 

Y es que hayá donde vayas...
Ya sea al monte o a la playa...
Si te tomas un café...
¡...Tómate un café sin toalla...!

Ya sea invierno, o vernao. 
Tengas calor o estés helado. 
Seas omnívoro o vegano. 
Estés en Pekin o en Nagano. 

Ya seas un vil pagano,
o un inquisidor cristiano, 
o tengas los pies planos, 
y andes con las manos. 

Después de una dura batalla... 
Tras asaltar las murallas...
Si quieres tomar un café...
¡...Tómate un café si toalla...!

Si el coche te han robado, 
tu novia te ha dejado, 
el perro se ha llevado, 
y con tu padre te ha engañado. 

El suicidio es de tu agrado, 
da igual que se a pecado, 
te comes de buen grado, 
LSD en un mantecado. 

Y si ves en la pantalla, 
el que no otorga no calla, 
porqué si te vas a tomar un café...
¡...Que sea un café sin toalla...!


Ya huelas pegamento. 

O lamas el cemento. 
Estés morado o atento. 
Estés sobrio o contento. 

Bebas Cocacola con mentos,
o te tropieces con el viento,
veas un mono calenturiento,
y disfrutes con su lamento.
 
Y si al nadar con caballas...
Ves una mantarraya... 
Tómate un café...
¡...Pero que sea un café sin toallaaaaaaaaaaaa...!

¡Me gusta esa cota de mallaaaaaaaaaaaaas...!
¡Voy a escalar esa atalayaaaaaaaaaaaaaa...!
¡Tengo una novia malayaaaaaaaaaaaaaa...!
¿¡Donde está mi cobayaaaaaaaaaaaaaa...!?
¡No se que es una azagayaaaaaaaaaaa...! 
¿¡Par qué son esas cizallaaaaaaaaaaas...!?
¡Por favor no seas canallaaaaaaaaaaaa...!?
¡¡...Y tómate el café sin toallaaaaaaaaaaa...!!

Maldito. Sabía perfectamente que esa canción nos encantaba al Hombre sin Toalla y a mi. Yo estaba controlando mi furia, machacando una pequeña bandeja de happy hippos. Cuando de repente me fijé en algo curioso. Uno de los guardias de seguridad de la fiesta estaba armado con un G36 C, y llevaba un llamativo disfraz de Charmander. La viva estampa de uno de los secuestradores del Hombre sin Toalla. Me acerqué gatunamente hacia él y le pregunté. 
-¡Bulbasur! ¿Bulbasur bulbasur bubasur?
-¡Charmander! -Me respondió entusiasmado-. Charmander charmander. Charmander charmander, charmander. ¿Charmander, charmander?
-Bulba...sur...-Contesté meditabundo-. Bulbasur... Bul...ba...sur... ¡Bulbasur! ¿Bulbasur, bulbasur?
-¡Pika, Pika! ¡Pikachuuuuuu! -Quién interrumpió de tan mala manera tan interesante conversación fué el que parecía el jefe del guardia Charmander. Un Picachu con muy mala pinta. Sin envargo pese a que su voz era la de un Picachu, en realidad, su acento congol lo delataba. Pues al que se le había el caido el extraño carnet con las siglas F.H. pertenecía a un tal Mondongo Oblongo, de la república Congolia en el Afríca occidental. 
Eso significaba que el hombre sin toalla. Se encontraba en algún lugar de este yate. 
Ahora mismo me es imposible continuar el relato, así que lo seguiré en la próxima entrada. 
Saludos buscadores. 

 



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