El regreso de El Hombre Sin Nombre

Salve, queridos buscadores de la playa de Salamanca.
Hállome sumido en la mayor de las vergüenzas pues hace bastante tiempo que abandoné la empresa de llegar a nuestra querida playa. En vez de eso, salí de mi cueva, formé una familia e hice lo que toda la vida me habían dicho que hiciera pero me resistía a hacer: hice una vida normal. ±¶¥ß@Ǽ∑‰Ă, perdonad, eran lágrimas que caían en mi teclado.
Como iba diciendo, inicié una vida normal, lejos de búsquedas y retos, lejos de mis libros y antiguos mapas. Mas un aciago día, mientras mi hijo tomaba el desayuno para ir al reformatorio, observando de soslayo todo lo que había sin orden alguno sobre la encimera, suelo y fregaderos de la cocina, todo aquello que más tarde me tocaría limpiar; reparé en una inocente caja de cereales que rezaba lo siguiente:


En aquel momento, mis ojos se inundaron de lágrimas que fueron a parar al mugriento suelo. Sin pensarlo dos veces, me puse en contacto rápidamente con la compañía para que me dieran las directrices para conseguir aquel premio. No obstante, el mensaje de la caja no era del todo cierto: cada caja contenía una pieza de puzle de un mapa para llegar a la playa de Salamanca.

Encima, aquello no era lo peor de todo, resultó que de aquellos cereales sólo se produjo una única remesa de pocas unidades que habían sido retiradas ya que accidentalmente los cereales contenían miembros de cabras muertas. Al igual que las cajas, aquella promoción había desaparecido de manera definitiva.
Abrumado ante tales circunstancias, tomé la pieza del interior de la caja y partí sin demora a mi antigua guarida dejando atrás aquel hogar, a mi mujer y todos sus recuerdos, sin siquiera tener tiempo de llevar a urgencias a mi hijo, que estaba atragantándose con una pezuña. En paz descanse.
Una vez allí, desempolvé mi antigua calavera, tomé lo imprescindible para el viaje: víveres, la primera temporada de Los Serrano en DVD, los tacones de aguja, mis cómics de Mickey Mouse, mi viejo diccionario de bielorruso y, por supuesto, aquella pieza.
Y voto a tal que ya me hallo en camino, más cerca que nunca, con mayor determinación, con algunas canas y mi siempre fiel compañera, la calavera. Dispuesto a vengar al Hombre de Salamanca. Dispuesto a encontrar la ansiada playa. A partir de ahora, adoptaré el nombre por el que otrora fui conocido:
El Hombre Sin Nombre.
(Introducir música impactante.)

Fdo. Ramiro B
(ay, no, qué tonto)
El Hombre Sin Nombre.
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