Desenlace inconcluso

Hola buscadores. A partir de ésta última entrada no se muy bien que va a ser de mi vida. Pero probablemente sea la última entrada del Hombre Misterioso.

Como os relaté en la entrada anterior. Me encontraba en la playa de Salamanca. Por fin. Se suponía que aquél lugar era donde podría recuperar la memoria. Pero en realidad aquél lugar no se diferenciaba de cualquier otro pueblo costero. ¿Podría ser algún tipo de camuflaje?

No sabía muy bien que estaba buscando y mi aspecto llamaba un poco la atención pues parecía que había salido del programa “Supervivientes”. Estaba muy cansado y hambriento. Y supuse que mi primera prioridad era acercarme a algún puesto de las autoridades para avisar de mi difícil situación.

Caminé por un bonito paseo marítimo y entonces, noté algo... algo irresistible que me atraía desde los chiringuitos playeros. En los expositores había colgadas una gran colección de toallas. Suaves, dulces, y cálidas. Me acerqué a ellas... pues estaba hipnotizado bajo su influjo. Tímidamente acaricié la superficie de una de ellas, y cuando sentí su agradable tacto fue como si una oleada de hermosa energía me inundase. 

 
Una de las hermosas toallas del chiringuito


Me sentí calmado y relajado, y entonces me di cuenta. Miré a mi alrededor. Aquél lugar me sonaba extrañamente familiar. Estaba atardeciendo, ya que la caminata de la mañana anterior desde el punto donde me había despertado hasta el pueblo había sido larga.

Reconocí aquél lugar. Aún no recordaba nada de mi vida anterior pero lo reconocí perfectamente. Me alejé del chiringuito playero y de sus preciosas toallas, y me dirigí hacia la orilla del mar. Recordaba aquella playa, recordaba aquella gente. Recordaba la arena, la luz del sol, las voces de los niños jugando, y el sonido de las gaviotas. E incluso los grandes monolitos que había diseminados por la costa. Me acordaba del sitio donde estaba lo que estaba buscando... Fui mal disimulando mi ansiedad hasta el lugar en cuestión... A cincuenta metros de la orilla del mar. Una toalla. Rosa, preciosa, extendida sobre la arena recalentada por el sol. Suave y cálida. Mi toalla...

Y entonces mis recuerdos acudieron a mi como un tsunami. Lo recordé todo. Quien era, de donde venía, que era lo que buscaba y por qué... Las lágrimas acudieron a mis ojos, porque reconocí el lugar y el momento. Yo era el Hombre sin Toalla.

Estaba emocionado... había recuperado mi memoria... ¿Pero que había recuperado realmente? ¿Iba a tomar mi toalla así sin más? Miré hacia el agua, y vi al que era yo antes de ser el Hombre sin Toalla. Recordé el dolor... la pena, la tristeza que me embargó cuando salí del agua y vi que me habían robado mi toalla. No... no podía hacerlo... Pero entonces pensé una cosa. Y corrí y me escondí detrás de uno de los monolitos.

Recordaba aquella tarde. El agua estaba maravillosa y me dí un larguísimo baño y cuando salí mi toalla. Sencillamente no estaba. Aguardé agazapado detrás del gran monolito y entonces observé como una mujer joven se acercaba a la toalla, y con toda naturalidad la agarró. Inmediatamente salté de mi escondite.

-¡Oiga! ¡¿Pero que hace?! ¡Esa es mi toalla! -la guapa señorita me miró sorprendida. Sonrió tontamente.

-Oh... lo siento mucho -dijo sonriendo haciéndose la sueca. Pero su biquini no me engañaba. Pertenecía a los Flayin Earths-. Me he confundido, creía que era la de una amiga. Perdón.

La chica dejó la toalla donde estaba y se fue perdiéndose en la muchedumbre. Su voz la delató. Esa mujer sería la que me quemó la toalla en otro tiempo... Pues claro... todo tenía sentido Los Flayin Earths, y su filial los Flaying Hearts. Los que querían que nadie supiera donde está la playa de Salamanca, para desde allí extender sus redes de poder para dominar el mundo...

Bikini de los Flaying Hearts



Mientras la veía como se marchaba vi salir al que por poco no se convertiría en el hombre sin toalla. Me puse una distancia prudencial, y disimuladamente vi como al llegar tomaba la toalla y se envolvía calidamente en ella. Una vez seco, se la echó al hombro y se marchó.

Ya estaba hecho. El no se convertiría en el Hombre sin Toalla.

Poco a poco la gente se iba marchando de la playa y yo me iba quedando cada vez mas solo. La marea estaba subiendo y dentro de poco llegaría a los monolitos y veía desde mi posición una preciosa puesta de sol.

Me sentía tremendamente triste. Pese a que había evitado una gran desgracia me sentía desdichado.

-Bien hecho -susurró una voz en mi interior-.

-¿Eres tu Moai?

-Si, estoy a tu lado -No me había fijado demasiado bien. Pero en efecto aquel monolito erosionado por el mar era un gran Moai de piedra. Me sentí mejor al escuchar su voz-.

-Ya he recuperado la memoria, y la cordura Moai... Pero sigo sin sentirme bien. Sigo siendo el Hombre sin Toalla. Pero ahora... me siento aún más perdido todavía.

-Eso es porqué todavía te queda algo por hacer.

-¿Realmente estamos en la playa de Salamanca?

-Si. Pero solo una minúscula parte de ella. Lo que pasa es que en el momento en el que salgas otra vez de aquí. Tendrás que volver a empezar desde cero para volver a encontrarla... Tal y cómo te pasó cuando “La Mujer que Quería Robarle la toalla al Hombre sin Toalla” te robó tu toalla.

-Por culpa de estos malditos Flaying Earths.

-Exacto.

-Sigo queriendo mi Toalla, Moai. Te lo juro. Más que nada en este mundo.

-Lo se... Pero ahora ha cambiado todo. Recuerda, el Hombre sin Toalla, no ha llegado a existir. Así, aunque no es para nada seguro, puede que haya una oportunidad de que recuperes tu toalla.

Y después de muchísimo tiempo, la esperanza iluminó mi corazón.

Me quedé en la playa hasta que anocheció y empezó a refrescar. Así que me interné en las callejas del pueblecillo costero de la playa de Salamanca. Era una noche misteriosa, en la que los músicos de jazz tocaban su música en las callejuelas oscuras por las que yo deambulaba. Y entonces como el que no quiere la cosa encontré un Pub que se llamaba “La Discografía del Disco” y que curiosamente en el letrero tenía un grabado antiguo de una criatura mitológica conocida como “Wanadodo”. Recordé hace años que en mi clase de simbología en la universidad, el Wanadodo había sido usado por muchas sociedades secretas esotéricas y ocultistas para ocultar a la vista de todo el mundo sus lugares de reunión. Me acerqué a la puerta, y salió a mi encuentro un enorme portero mal encarado que me espetó.

-¡Fuera! ¡Aquí no queremos andrajosos como tú! ¡Este es un lugar para gente respetable!

-¿De verdad?

-Si

-¿Y si yo hiciera esto? -alargué mi dedo indice y lo chupe de un lametón, el portero me imitó. Nos metimos el dedo en la oreja, dimos tres vueltas sobre nosotros mismos, nos quedamos espalda contra espalda, y chocamos los cinco, y nos dimos un beso de esquimal. Por último el me dijo la frase secreta:

-Cualquiera que nos viera ahora mismo....

Yo le respondí

-...pensaría que esta situación es poco loable.

El portero me abrazó afectuosamente y me dijo con respeto:

-Pasa hermano, se bienvenido.

Naturalmente, el nombre del pub y el Wanadodo, me hizo recordar que aquél lugar probablemente pertenecería a alguna logia masónica, cercana a los Masones Negros con los cuales me había iniciado en sus misterios hacía muchos años. Y en efecto, el portero me dijo que aquella era la real logia de Brakishnaif, perteneciente a la Discografía del Disco y que el gran maestre de la orden me recibiría de inmediato el cual ahora mismo se encontraba meditando en la sala del silencio.

El portero me llevó ante él y me lo encontré meditando en postura del loto rodeado de los demás hermanos de la orden.

-Se bien venido hermano. ¿Quien eres y de donde vienes?

-Es un poco extraño de explicar. Mi nombre es *&$%ª/%$· (no puedo desvelar mi nombre masónico), también conocido como el Hombre sin Toalla. Soy un nivel 25 Hermano Cámara de la Real Logia de los Masones Negros. El problema es que por cuestiones que solo el Petapulpo podría contestar, me ha enviado a un momento y un lugar en el que apenas me había iniciado en los misterios de la orden.

-Comprendo. Eres un interdimenisionauta.

-Exactamente. En este plano de existencia soy dos personas al mismo tiempo. Bueno... corrijo. Una de ellas ahora acaba de empezar un hilo paralelo totalmente distinto al mío y por lo tanto soy ajeno a este plano de existencia.

-Comprendo. ¿Cómo has llegado hasta aquí?

Conté mis vicisitudes, con el moai y el petapulpo. Le comenté sobre el peligro de los Flaying Earths y del interés que tenían en mi toalla. Y el sabio gran maestre se tocó la perilla. Mientras caminábamos hacia la azotea donde tenía su observatorio astronómico. Cuando llegamos a lo más alto, me contestó.

-*&$%ª/%$·, Hombre sin Toalla. Nivel 25 Hermano Cámara. Veo claramente que el Petapulpo te ha enviado a mi. Porque es menester que tu y los demás buscadores de la playa de Salamanca les sea revelada la gran verdad de los Flayin Earths -hizo una pausa dramática- Esta lógica secreta los vigila y estudia desde hace años y hemos descubierto su gran secreto.

-¿Y cual es su gran secreto?

-Impedir que la humanidad alcance todo su potencial. Ni más, ni menos. ¿Quieres saber por qué fracasaste una y otra vez en la búsqueda de tu toalla?

-Si.

-Por la misma razón por la que la gran mayoría de la gente fracasa en sus vidas. Sus mentes son hakeadas, por los Flaying Hearts. Los flayin hearts, dominan el arte de insertar ideas negativas en las mentes de las personas. Cómo las criaturas tóxicas que son. Ideas que generan miedo, angustia o ira. Y vuelven a las personas miedosas, acomplejadas en el mejor de los casos, competitivas y egoistas en el peor.

-Yo estaba tremendamente acomplejado... por no tener mi toalla y tener que secarme siempre con balletas vileda...

-Si, pero eliminar estos complejos no hará que recuperes tu toalla seguro... Necesitaras tiempo para limpiar tu mente de toda idea negativa. Y con el tiempo, si se presenta la oportunidad, recuperar tu toalla y derrotar definitivamente a los Flaying Hearts.

-¿Se puede derrotar definitivamente a los Flaying Hearts?

-Tu, puedes derrotarlos librándote de su influjo. Un Flaying Heart, puede ser desde un profesor que te tiene manía, pasando por un abusón del colegio, por un jefe acosador, hasta un político corrupto. Si tu no permites que nada de eso perturbe tu mente, los habrás derrotado.

Miré a las estrellas. Todo tenía mucho sentido. Pero necesitaría tiempo para fortalecerme y aprender.

-Gracias, maestre. ¿Puedo pedirle un último favor?

-Por supuesto-.

-No tengo a donde ir. Y como bien ha dicho antes, no quisiera salir de La Playa de Salamanca para no tener que empezar a buscarla otra vez. Me gustaría quedarme aquí, alcanzar un poco la estabilidad mental y emocional, y la sabiduría necesaria, para derrotar a los Flaying Hearts. ¿Sería tan amable de permitirme quedarme en la logia hasta que encontrara trabajo y pudiera asentarme?

-Por supuesto.



Hasta aquí es lo que os puedo contar. Se despide el Hombre Misterioso.
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