El triángulo de los Bikinis

Preludio.
Hola a todos buscadores, os habla el Hombre Dinosaurio. Tengo Nefastas Noticias. No... No me salen las palabras. Tengo que dejar de escribir, yo....
(Dos horas más tarde) Buscadores. He reunido el valor y las fuerzas necesarias para poder relatar los terribles sucesos de los que he de informaros.
Todo comenzó hace dos días. La búsqueda del hombre sin toalla en el triángulo de los bikinis no dio frutos en estos meses. Era como si el Hombre sin Toalla hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Sin embargo lejos de rendirme todos los días continuaba mi penosa labor de búsqueda en el instituto de asuntos paranormales de La isla de Tanga, junto a las oficinistas en bikini con flores en el pelo que me asistían en la búsqueda dándome masajes en la cabeza y sirviéndome combinados con sombrillitas de colores. Estaba enfrascado en mi labor cuando recibí un mensaje de las paleólogas desde España, diciéndome que había aparecido un sujeto, en las costas de Puntasombría, aturdido y despístado. Estaba en un terrible estado de Shock, y lo habían internado en el Psiquiátrico de Santa Margareta, a la que encerraron por majareta. Entre el continuo y confuso balbuceo distinguieron las siguientes palabras: "Salamaaaanca... Salamanca.... Hombre Dinosaurio... Mi toallaaa..." ¿Podría ser él?
Inmediatamente me dirigí hacia el citado psiquiátrico. Y allí en una celda de aislamiento, junto con los neuróticos, esquizofrénicos, maniáticos, obsesivos, psicópatas, y guionistas y dibujantes de comics, lo encontré.
En un estado lamentable, se encontraba sentado en la posición del loto, en el centro de la habitación con la mirada totalmente perdida, demacrado, desnutrido, rapado, le faltaban varios dientes, con la boca seca con espuma en los labios, el semblante pálido, y los ojos inyectados en sangre.
-¡Diosç santo!Parece que no ha comido, dormido, ni bebido en semanas.
-En efecto -Me contestó la psiquiatra que me condujo a su celda-. Lleva dos semanas sin comer, una semana sin dormir, y dos días sin beber. Es un nuevo tipo de terapia experimental, en el que este centro es pionero, que consiste en torturar al paciente hasta que se cure.
-¿Se ha curado alguna vez alguien, con esta terapia?
-Por supuesto. O se curan, o se mueren.
-Ah... no lo había pensado así.
-Cuando lo encontramos iba contando una extraña, juraba que había estado en la playa de Salamanca. Por eso lo encerramos Salamanca no tiene playa.
-Comprendo. Naturalmente, no es peligroso.
Me coloqué delante de mi hermano de alma y lo examiné.
-No... -le dije-. Tu no estas así porque te hayan privado de agua, sueño y comida, durante un tiempo, eres como yo, puedes aguantar un mes sin comer, dos semanas sin dormir, y cuatro días sin beber... a ti te ha pasado otra cosa, ¿Puedes oírme?
-Toalla... Toalla... mi Toalla...
En ese momento me temí lo peor. Me armé de valor y usando nuestra conexión psíquica. Intenté penetrar en su mente, para vivir sus recuerdos. Lo que vi me sobrecogió. A partir de este momento sus recuerdos también se convirtieron en los míos y su dolor y sufrimiento también. Lo contaré como si yo mismo fuera el Hombre sin Toalla.

Estuve vagando durante meses por el espacio, alimentándome de carne de asquerosa carne de alien. Como pude conseguí que uno de aquellos malditos engendros, mandase un S.O.S. que fue recibido por un destructor de la armada el imperio Halo-Kitty. El destructor me rescató. Pero me enrolaron a la fuerza entre sus tropas, con destino hacia el planeta Pandoria.
Pandoria, fue en su día un planeta paradisíaco lleno de animalillos, y plantitas que tenían lucecitas de colores. La armada intentó colocar allí una colonia defensiva, porque resultaba que el planeta estaba en una lugar estratégico, cotizado por diferentes razas alienígenas. Por desgracia, los nativos del planeta, los Nawo, una tribu de indígenas ecologistas, atacó la colonia. Si consiguieron derrotar a una avanzadilla de Infantería de Marina, sin embargo no lo tuvieron mas fácil con la invasión de arácnidos que vino después. Naturalmente yo estaba dispuesto a huir, antes que vérmelas con esos bichos. Sin embargo encontré algo interesante, un folleto de la época colonial de Pandoria, que decía:
"Concurso para tíos duros cachas y en taparrabos. Si eres un tío duro cachas y no tienes otra prenda que tu fiel taparrabos, este es tu concurso. En un paisaje idílico la Playa de Salamanca cuya portal se encuentra en el planeta Pandoria. Las bases principales del concurso son: ser duro (o parecerlo), ser cachas, e ir en taparrabos. Se valorará en las votaciones, tener el pelo largo, a ser posible rubio, y tener un nombre bisílabos nombre que termine en "an" como nuestros anteriores campeones, como He-Man, Rahan, Conan, presentar el presente folleto en el chiringo el Tuno en Tanga"
"¿Una puerta de la Playa de Salamanca? mmm entonces tendré que ir a investigar, aunque tenga que enfrentarme a esos malditos bichos" Pensé en ese momento.
Tal y como imaginé el desembarco fue una pesadilla y cuando llegamos a tierra una masacre. Esos malditos bichos nos masacraban. Sin embargo ganamos la batalla. En ese momento deserté y empecé a buscar por lo que quedaba del planeta Pandoria. A los tres días llegué a una playa donde estaba el Chiringuito de el Tuno en Tanga. Dios mío, lo había conseguido, estaba a un paso de llegar a la playa de Salamanca. Al llegar allí, me acerqué al barman, que en efecto era un tuno en tanga. y le pregunté entusiasmado: "¿Sería usted tan amable de ponerme una cerveza?"
-Naturalmente -me contestó-.
-El portal la playa de Salamanca está por aquí ¿Verdad?
-Si, ja, ja. -me contestó el alegre tuno-. Es este mismo chiringuito, todo aquél que pide algo aquí es teletransportado a la playa de Salamanca, donde nos encontramos ahora.
"LO LOGRË..." Me dije "LO CONSEGUÍ... Despues de tantos años..." Saboreé mi cerveza con deleite y la apuré de un trago. Todo al mismo tiempo.
-Y dígame... ¿ha visto una toalla rosa por aquí? Es la mía hace años que no la encuentro y...
-¿Es usted... el Hombre sin Toalla?
-El mismo.
-Por supuesto que he visto su toalla. ¡Venga conmigo!
Feliz, seguí al Tuno en Tanga, hasta un lugar llamado el templo de la toalla, lleno de bañistas todos ellos con sus toallas, grandes, pequeñas, de colores, con dibujos, lisas... era un auténtico paraíso.
En el centro del templo, estaba una sacerdotisa de rostro cubierto, con una hermosa toalla rosa en las manos, y gran ara sagrada de fuego. Todos los bañistas nos miraban en silencio y yo me acerqué lentamente. Si, si, la reconocí al momento, era mi toalla. La que perdí hace tantos años... ni siquiera tuve la oportunidad de estrenarla si quiera. Fue comprármela, ir a darme un baño y cuando llegué no estaba... me la robaron...
Lentamente extendí mis brazos para poder tomarla de las manos de la sacerdotisa que me la tendía solemnemente. Pero entonces antes de que pudiera rozarla siquiera, la sacerdotisa lanzó la toalla al fuego del ara.
-...-no me salían las palabras, no podía creer lo que estaban viendo mis ojos... mi toalla. Tanto tiempo... tanto trabajo... tanto sufrimiento, se quemaban ante mis ojos,miré hacia el oculto rostro de la sacerdotisa, y solo conseguí balbucear una cosa- ¿Por qué? ¿Por qué ha hecho eso...?-la sacerdotisa no respondió, solo se me quedó mirando desde su rostro tapado, caí arrodillado- ¿Por qué...? ¿Quería verme sufrir? ¿Es algún tipo de prueba, de sacrificio? He llegado a la Playa de Salamanca, he encontrado mi toalla -empecé a llorar-. ¿Que he hecho mal? ¿Por qué?.
-Era tu destino, Hombre sin Toalla -dijo una voz en mi interior, no era una voz ni masculina ni femenina. Pero yo sabía que era la voz de la sacerdotisa- No tiene que haber un porqué simplemente este era tu destino desde un principio. Eres el Hombre sin Toalla, y el Hombre sin Toalla no puede tener toalla.
-Pero... pero por más que yo me hubiera esforzado... nunca...
-Este era el destino final. Se acabó. Desde un principio nunca pudiste hacer nada. Se ha terminado.
Aturdido salí de ese maldito lugar... me dirigí al mar... El dolor, la frustración y la impotencia me pesaban en el corazón como una tonelada de piedra... Me sumergí en las cálidas aguas... pero no me refrescaron... no era capaz de sentir nada...
En ese momento corté el nexo psíquico con el Hombre sin Toalla. Entendí que el maro lo había traído de vuelta a las costas de Puntasombría. Yo no podía creer lo que había visto. Y sentí una gran tristeza por lo absurdamente cruel que fue el destino de mi pobre hermano. Y entonces entendí, que la locura era el único refugio para no sufrir. Lo saqué de aquél psiquiátrico y me lo llevé a mi casa. Donde estoy cuidándolo. Lo siento buscadores, pero voy a seros sinceros. El Hombre sin Toalla ha perdido la razón, debido a la crueldad de su destino, o de aquella malvada sacerdotisa, que quemó su toalla solo para hacerle daño, privándole de todo consuelo, y esperanza. Yo me quedaré a su lado para poder cuidarlo. Os deseo mucha suerte con la búsqueda.

Se despide el Hombre Dinosaurio en nombre de El Hombre sin Toalla.
Un botellazo:
  1. ¡No puede ser! ¿Qué penurias nos esperan a los demás entonces en la Playa de Salamanca? ¡Hombre Sin Toalla, vuelve en ti! ¡No podremos lograrlo sin ti... o a lo mejor sí, no sé... por lo menos necesitamos tus natillas!
    [Mensaje enviado vía señal de humo codificada en UTF-16 (Unidirectional Transferred Fume)]