Mis investigaciones sobre el libro de "Las leyes de Salamanca" me guiaron hasta esta población. Hubo uno de las leyes donde nombraban este pueblo: "Los hombres que los días pares no lleven calcetines de esparto, serán emparedados vivos en las puertas del ayuntamiento de Consinopio".

Para encontrar este sitio, pregunté al clip del Word, pero solo me daba indicaciones para hacer una bomba atómica y una receta de anchoas con Listerine. Recurrí a mi instinto aventurero y torture a una gaviota para que me diera indicaciones para llegar a Consinopio.

Cuando llegue tuve que volver sobre mis pasos ya que no le había dado de comer a Castor, mi fiel gamusino con pelo pantenne que encontré pegado al parachoques de un automóvil.

Tras llegar por segunda vez , pregunté a los pueblerinos si habían oído hablar de la playa de Salamanca. Todos al oír ese nombre gritaban y corrían agitando sus extremidades al son de rumba. Al ver ese panorama decidí irme, divisé una persona sentada encima de unos de los que parecía ser integrantes de los Loco mía, que me observaba sin parpadear ninguno de sus 3 ojos. Como mas tarde sabría era primo de Tenshinhan por parte de madre.

Me acerqué al individuo y le hice la misma pregunta que los demás:

Sin demorar un solo segundo le propiné una patada en toda joyas de la corona y le enseñé mi tercer ojo de las calamidades defecarias. El tío una vez recompuesto de tan vigorosa señal, me hice un ademán como que entrara en la casa que tenía a su espalda, he hizo que tomara asiento. Me puso un té caliente con fragancia a escroto boreal (uno de mis preferidos), se presentó , su nombre era Ramón O.J.O. Sociedad Limitada Fernández.

Pasaron 19 días y 500 noches antes de que se dignara a decir algo sobre la playa. Puede que fuera su timidez, su boca cosida , que previamente había cosido yo para que me dejara resolver el sudoku de 2 números que llevaba haciendo desde antes de nacer. Nunca lo sabremos, así es la vida llena de magia. Me dijo que nunca habían visto la playa, pero los ciudadanos de la playa de Salamanca le habían mandado una carta diciéndole, la ley que contenía el nombre de su pueblo y lo que deberían hacer sin les mandaban algún delincuente. La única pista que tenía sobre su ubicación era que estaba al lado puesto donde cae el huevo de un gallo y al lado donde el cielo se vuelve violeta y los pájaros cuentan chistes de Leperos.

Tras despedirme de Ramón le volví a hacer la señal secreta y marché por un camino que parecía seguro, con sus cadáveres a cada lado del camino, sus señales con calaveras y un tío vestido de Parca.

Sin más se despide el Hombre Ye retomando el arduo camino hacia la verdad sobre la playa de Salamanca. Un saludo.

Pd: No me preguntéis sobre como pude averiguar la señal secreta, simplemente es un tic que tengo a veces y resultó ser igual que la señal secreta.