Predico el predicado mientras el sujeto me lo permita

Estimados buscadores de la Playa de Salamanca.
Desde mi último encuentro con Pancreator y Palmitas, aturdido, conmocionado y casi al borde de la cordura por el hecho de haber podido estar en la Playa de Salamanca, caminé durante 16 semanas sin ningun rumbo en concreto.
Al asentar las ideas en mi cabeza, volver la vista atrás y observar un cartel que rezaba: "a la Playa de Salamanca 14000 km", solo pude articular una palabra: "¡Menos mal!".
Me había alejado lo suficiente como para saber que tardaría otras 100 vidas humanas en volver. Me sentí entonces animado y continué mi camino en dirección contraria en busca de la Playa, todos sabemos que esos carteles los pone el Gobierno de Salamanca para despistarnos.
Accedí a Google Maps desde mi bandurria digital (diseñada por Sonyka la erizo de mar, fabricada por Kellogs e importada desde el espacio hasta mis manos por Orbit System Transport, una empresa de transportes máginifica con segumiento del pedido online, ademas, hacen bandas sonoras de todo) y observé que mi ubicación actual era un desierto.
Totalmente aprovisionado con un estandarte que por bandera tenía la cara de Willy Fog, y mi estación meteorológica indicándome en todo momento la temperatura de Marte, continué el camino hacia un pequeño asentamiento que divisé con las gafas de ojos saltones que compré recientemente por muy buen precio. El agua que había cargado en mi estómago parecía que se estaba acabando y era indispensable el llegar a un sitio donde abastecerme lo mas pronto posible.
Al acercarme al asentamiento, observé un inmenso artilugio de forma fálica y metálica observando el cielo infinito. Junto al artilugio, un grupo de humanos ataviados con batas blancas, trasteaban un mando radiocontrol con 293 botones.

Me acerqué a saludarles y a preguntar qué hacían.
-Buenos días, insignificantes trozos de piel con huesos. - Les dije muy amablemente - ¿Me pueden decir que hacen?

Todos se dieron la vuelta y observé una insignia en sus batas. ¡Flying Earth!

-¡Vaya! Así que son ustedes de los Flying Earth, tenía ganas de torturarlos a preguntas. -Siempre con la amabilidad que me caracteriza.
-¿Como conoces la existencia de los Flying Earth? - Me preguntó un hombre con el pelo de color ocre y un monóculo tintado en el ojo central.
-Busco la Playa de Salamanca. - Le contesté. - Y se que vosotros nos lo estais impidiendo.
El hombre miró a sus compañeros y empezaron a reir.

Yo me reí despues. Debieron pasar 2 segundos antes de que todos callaran. Yo continué con las carcajadas un rato mas, no me gusta dejar las cosas a medias. Cuando hube terminado, ellos empezaron a reir de nuevo y nadie se rie de mi. Violentamente, agredí al hombre de cabello de color ocre arrojándole uno de los hombres con bata que mas tenía a mano. Caminé hacia él y le pregunté con los ojos inyectados en opiaceos:

-¿Qué es éste artilugio?¿Dónde está la Playa de Salamanca?¿Por qué tenéis tan mal gusto vistiendo? - Directo al grano.
-Va.. vale.. te lo diré.. ese artilugio es un cohete espacial, se dirige a la Playa de Salamanca, aunque ésto no quiere decir que se encuentre en el espacio... o por lo menos no en este momento, las batas nos las hace mi madre.. los jerseys de punto con renos no nos hacían parecer importantes... por favor no me mates.. - El hombre me imploró que no lo matase. Como no me pidió que le dejase vivir, le metí el dedo índice en la nariz y lo dejé en coma.
Entonces observé el artilugio de forma fálica al que ellos llamaban "cohete espacial". Le miré y el me miró, entonces nos miramos y debió sentir envidia porque empezó a echar humo. De pronto se escuchó una voz femenina, altamente atractiva y seductora que inició una cuenta atrás de 2 horas y media, segundo a segundo. Me quedé embelesado y algo me golpeó violentamente por la espalda. El golpe fue mas fuerte que la muerte de Chanquete. Me levanté como un día de verano con olor a café en la casa y miré a quien me había propinado aquel golpe.
Puedo decir que fué la primera vez que no me asombré de algo en mi vida. Frente a mi se encontraba la figura de un torso humano machacado en un gimnasio de barrio cualquiera, vestido con un mono azul, sobre el que llevaba unos calzoncillos rojos a conjunto con una capa. Al fijarme en su pecho, mi corazón se contrajo. Una "S" gigante plasmada en su pecho lo decía todo: era el Soldado de la Playa de Salamanca.
-Creí que solo eras una leyenda. - Le comenté, haciendo como el que le conocía.
-Lo soy. Una leyenda viva. Defensor de las injusticias y protector de la humanidad. -Me comentó él. - Voy a destruirte. Nunca encontrarás la playa.
Rápido como un rayo me atacó. Lástima que mi estación meteorológica tambien era capaz de parar el tiempo y le di una buena somanta palos antes de que llegara a alcanzarme. Cuando el tiempo volvió a la normalidad, el Soldado yacía inconsciente.

De nada me sirvió esa victoria, pues el cohete espacial había abandonado la atmósfera y ya me daba pereza intentar alcanzarlo siquiera.
Abandoné aquel asentamiento mientras era devorado por las llamas y emprendí de nuevo el camino hacia una nueva búsqueda.

Instantanea de mi enfrentamiento con el Soldado de la Playa.




Fdo.
Hombre Vida.
Un botellazo:
  1. Totalmente fantabuloso. no hay que perder la pista de ese cohete, y si tienes tiempo,un flexo, unas esposas y cafeína podrías, interrogar al soldado de Salamanca, para que te diga su paradero exacto.
    Un saludo de el "Hombre que está apunto de encontrar su Toalla".