Tartamudez balsámica y esputos de Trivial Pursuit

Grandes aventuras son las que os acontecen compañeros de viaje y en pos de que lleguen a buen fin, os contaré la última de las mías.

Habiéndome recuperado totalmente de aquella deflagración y apenas triste por el trágico final de mi buen e inolvidable amigo, Tinta de perro, proseguí mi camino, con el único pensamiento de que el destino, cruel y miserable a la par que ruin y mezquino, mostrara ante mis ojos la Playa de Salamanca.

Obviamente el destino fue fiel a los adjetivos que le atribuyo líneas ha y me mandó por otros derroteros, encontrando un lugar cuya definición reservaré para mas tarde.

Para ahora por ejemplo.

Aquel lugar era hinóspito pero acogedor, una urbe devastada al parecer, por las personas cuyos cadáveres ahora decoraban las calles. Era original, un sitio diferente a los que había visitado o soñado anteriormente. Decidí disfrutar de la metrópoli paseando por sus delicadas y finas calles, visitando los monumentos mas emblemáticos y característicos de la misma y probando la gastronomía local. Tras horas de visitas guiadas por toda la ciudad, encontré a un hombre.

El hombre parecía bajito, mas de lo que era, portaba unas gafas opacas de un original diseño retro e iba ataviado con un traje made of escamas pretendiendo simular a un antaño desaparecido dinosaurio. Original, pero no me sorprendió, es mas, fue aquel diminuto hombre el que quedó asombrado al verme, sus ojos, a través de sus gafas, luchaban por no salirse de las órbitas.

Pasadas algunas semanas, el hombrecillo dignose a hablar.

-¿co – como es que gli-gli-gli-evas un di – di – disfrdisfr- disfraz coco – como el mio?

¡Vaya! Aquel hombre probablemente acababa de pronunciar la frase mas larga de su vida. Para no ser descortés con el, le contesté.

-No es un di – di – disfrdisfr – disfraz, es mi tr-tr-traj-traj-traje ha-ha-hab-habit-habitual.

El hombre parecía mas sorprendido si cabe y me preguntó (no lo transcribiré porque puede llevarme eones), si yo también era tartamudo. Le contesté que no, que yo era en parte de un planeta lejano y en parte de aquí, pero creo que no me entendió. Después, quiso que le regalase mi ropa y me propuso jugar una partida a un juego de contestar preguntas, parecía simple, quien ganase se quedaba con mi ropa, por lo que yo no ganaría nada, aunque visto de otra forma, podía ganar el no perder mi ropa.

Fuese como fuese, el trato me pareció justo, por lo que le dije al hombre que no estaba de acuerdo y

que yo si ganaba deseaba obtener algo. El accedió.

Desde los 24 días que no os escribo llevo jugando aquella partida. Al final conseguí ganarla y no perdí mi ropa. Le pedí al hombre que cumpliera su parte del trato y que aparte se comiera los quesitos que te daban por acertar ciertas preguntas, ya que el no había ganado ninguno y yo tenía de sobra.

Al final el hombrecillo no pudo con los quesitos y los escupió, con lo apetecibles que parecían. Luego me dijo que nunca había encontrado a alguien que le hubiera ganado al trivial y que lo que yo mas deseaba, no tardaría en mostrarse ante mi.

El pequeño hombre con gafas retro, la ropa se la cambié para la foto


Atentamente:

El hombre Vida.

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