HOMBRE CON HAMBRE
1x04: Las
dos coles
Seguíamos por el Camino de Ogaitnas en busca de la Playa de
Salamanca. Estabamos exhaustos pues llevábamos días andando, concretamente, dos.
Habíamos parado en un bar de Arzúa (A Coruña) para el almuerzo. Saqué pan Bimbo del bolsillo y me pedí dos coles para hacerme un sándwich de esos en
los que lo importante es la cantidad y no la calidad. Filete aprovechó y fue a hacer pi, pero su oronda pata le impidió apuntar bien y se meó encima.
De repente, continuamos andando y Ojo de Alcohol avistó un
televisor pequeño con un zapato rojo, tras lo que decidí saltar para caer encima, mientras la calva de Calviño me deslumbraba. De repente, me poseyó una velocidad
supersónica, recorrí unos 50 km y alcancé Portomarín (Lugo), dejando atrás a Filete,
Calviño y Ojo de Alcohol.
Todo parecía indicar que descansaría un par de días esperando
a mis compañeros, pero me topé con el río Miño y mi mayor temor… un puente. Las
vistas eran preciosas, pero la vía para peatones y los barrotes no eran aptos
para gente con vértigo. Me quedé más petrificado que Krilin cuando le escupen.
Representación gráfica del chiste anterior
En ese momento, un destello me deslumbró. Se trataba de las
uñas de una señorita, eran espejos. Ella destacaba por su pelo rubio y brillante,
y la compañía de una perrita YOrkshire que tenía un color de pelo similar a su
dueña, en el cual se podía distinguir la cara de su ama. Le pregunté su nombre
y, acompañada de su perrita YO, me respondió que se trataba de la Mujer Única. “YO”,
se decía.
A cambio de hacerle unas 86 fotos con su cámara, me ayudó a
cruzar el puente. Mientras lo cruzábamos, me dijo que ella también estaba en busca de la Playa de Salamanca. Su meta era ver su
reflejo en el agua más cristalina de todo el planeta, le pregunté si quería unirse a nuestra expedición, pero ella prefería seguir su propio Camino.
Su belleza era tal que le pedí su número y fuimos a un bar a
tomar un YOgur. En ese instante, las dos coles comenzaron a hacer un efecto
inoportuno, me estaba cagando. Cuando cagué en el WC del bar… NO HABÍA PAPEL. “Mierda”,
pensé. Tuve que usar mi mano como una manopla para limpiarme el culo con el agua del grifo, mientras aporreaban la puerta
para que saliera. Salí lo antes posible con todo el tufo, pero ella ya no estaba, aunque tenía
su número. Muy a mi pesar, al ver el papel que me entregó sólo aparecía escrito: “YO”.
A la espera de que lleguen mis compañeros, quiero comer
algo, pero me he olvidado la cartera en un pliegue de la panza de Filete.
Tengo hambre.